CON NOMBRE PROPIO

Elecciones sin jóvenes

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El próximo año serán convocadas las elecciones y el tema electoral “estará de moda”. En 2019 iremos a votar, pero el modelo de votación sí debe preocuparnos porque queremos seguir, con reglas de hace 30 años, con una democracia que requiere innovación, dinamismo y sobre todo participación juvenil.

A finales de 2005, el presidente Óscar Berger sancionó y promulgó el decreto 90-2005, que creó al Registro Nacional de las Personas (Renap). Con estas nuevas reglas del juego se intentó crear un marco jurídico que generara mucho mayor certeza a todos los actos de nuestra vida civil y también que pudiéramos, por fin, sustituir la anacrónica cédula de vecindad. Solo para hacer memoria, debemos tener presente que antes del Renap cada municipio tenía un Registro Civil y un Registro de Vecindad, lo cual era inmanejable, y si ahora unos rusos pueden conseguir, con relativa facilidad, certificados y documentos que indican que nacieron en Taxisco, antes hubieran podido conseguir juegos de certificados y de cédulas en distintos municipios.

La corrupción, el desorden, la ausencia de reglamentación, la falta de visión institucional y tantos otros elementos obligaron a crear una gran institución. Algunos queríamos que los registros civiles fueran absorbidos por el Tribunal Supremo Electoral para emular los envidiables modelos costarricense y panameño, pero quienes crean leyes se decantaron por la experiencia peruana y allí está su obra.

En 1983 y 1984, cuando se tuvo que empezar a empadronar, el gran reto era crear una base de datos confiable, pero debía partirse de documentos de identificación frágiles. Si no hubiera sido por la solvencia moral de quienes ocuparon los cargos en el Tribunal Supremo Electoral y el Registro de Ciudadanos, poco se hubiera logrado.

Para el 2000 ya algunos alcaldes habían logrado “encontrarle la trampa” al sistema y pudieron, por medio de sus registros civiles y de vecindad, modelar un padrón electoral anómalo, siendo el caso más emblemático el primer fraude legalmente declarado en Chinautla.

Con el Renap tenemos, dicen los expertos, un documento personal de identificación de última generación y además se buscó que su directorio fuera presidido por un magistrado del TSE, para garantizar la coordinación entre ambas instituciones y asegurar el éxito de la empresa; sin embargo, los resultados no son nada halagüeños y debe obligarnos a exigir mejores resultados.

A la fecha se han emitido 10,712,530 DPI, pero si volteamos a ver el padrón electoral al 31 de mayo tenemos 7,560,060 empadronados. Esto significa que 3,152,470, por lo menos en números fríos —habría que ver la tasa de defunciones, sobre todo en jóvenes—, no está empadronado.

Tres millones de patojos no están empadronados porque el Renap y el TSE no se ponen de acuerdo para empadronar de forma simultánea al obtener el DPI. La autoridad electoral continúa con su sistema de empadronamiento ideado en 1984, y esto en el 2018 no se vale. Además, mucho se puede lograr por vía reglamentaria.

Vamos a unas elecciones donde los jóvenes no están empadronados y donde el TSE debe gastar un montón para, por lo menos, captar a algunos cuantos, cuando ese dinero debería destinarse a fiscalizar el proceso. Votar es un derecho que podemos dejar de ejercer, pero es una obligación inscribirnos en el Registro de Ciudadanos al cumplir 18 años. Es tal el relajo que hasta muchachos sin empadronar son miembros de mesas de electorales.

El Renap y el TSE deben hacer “algo” para ponerse de acuerdo y garantizar a los millones de patojos el voto, una democracia sin juventud está condenada al fracaso y a eso le apuestan algunos desde sus cuotas de poder.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.