EDITORIAL

Perverso efecto de cierto financiamiento

Se ratifica con demasiada frecuencia que a los políticos les importa muy poco la opinión de los ciudadanos y cada vez dan mayores muestras de tener compromisos más sólidos con sus financistas, quienes imponen las reglas y buscan evitar a toda costa la promulgación de leyes que afecten sus intereses.

Esa distorsión adquiere ribetes dramáticos en Estados Unidos, a raíz de la matanza de 17 personas en Florida, a manos de un jovenzuelo que había dejado suficientes huellas de lo peligroso que podía ser, lo cual efectivamente ocurrió cuando dirigió un ataque con una poderosa AR-15 contra estudiantes de una escuela secundaria en una ciudad vecina a Miami.

Luego de la masacre, compañeros de las víctimas organizaron una protesta con la etiqueta #neveragain y se dirigieron a la sede del parlamento estatal a exigir cambios en la legislación sobre las armas, y de inmediato recibieron una negativa contundente.

La cámara baja del Congreso de Florida votó de manera indolente por 71 votos a favor y 36 en contra sobre no conocer una moción para poder reformar la legislación sobre la venta de armas automáticas, industria que cuenta con beneficios en ese estado.

Una inconcebible respuesta para jóvenes, cuya indignación está creciendo a nivel nacional, lo cual se traduce en protestas a las que se suman cada vez más adeptos en el reclamo de cambios para limitar el acceso a las armas de alto poder, algo que se ve agravado porque ahora los atacantes incluso agregan dispositivos aceleradores de disparos, como ocurrió con la masacre de Las Vegas.

Una de las reacciones más lamentables ha sido la del presidente Donald Trump, quien, al igual que los representantes de la industria de las armas, propone más gente armada en las escuelas. Esto, además de ser un disparate, apunta a una mayor venta de equipo bélico, sin siquiera meditar sobre el peligroso potencial de armas de alto poder que se multiplicaría, las cuales no deberían estar en manos de civiles con tanta facilidad, mucho menos en las de menores.

Preocupa y causa estupor y rechazo la frialdad y hasta el cinismo con el que han reaccionado algunos políticos estadounidenses, entre ellos varios senadores que reciben aportes a sus campañas electorales de los fabricantes de armas. Por ello, el movimiento de los jóvenes indignados ha recibido no solo masivas muestras de apoyo, sino un creciente financiamiento de figuras muy conocidas del mundo del espectáculo, dispuestas a contribuir para sostener una protesta legítima para exigir límites razonables a la venta de armas.

Para los políticos republicanos, los mayores defensores de la venta de armas sin límites, no es conveniente que el debate se prolongue por demasiado tiempo, porque en noviembre habrá elecciones en las que se cambia a la mitad de los congresistas. Si la indignación se mantiene o si ocurre otro hecho lamentable, eso podría tener una incidencia determinante en las urnas, porque en boca de muchos políticos se está relativizando a extremos intolerables el valor de la vida sobre el discutible derecho a tener armas de guerra.

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