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¿Demócratas o republicanos? Las diferencias que hay para Guatemala si EE. UU. es gobernando por uno u otro partido

Los regímenes opacos o que tienden al autoritarismo prefieren gobiernos de EE. UU. que no se metan con ellos, consideran expertos.

El partido Demócrata es el huésped de la Casa Blanca, pero analistas consideran que los republicanos podrían retomarla en 2023. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El partido Demócrata es el huésped de la Casa Blanca, pero analistas consideran que los republicanos podrían retomarla en 2023. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La influencia que EE. UU. tiene sobre Guatemala es innegable. El comercio, turismo y la inversión extranjera en el país dependen en gran medida de aquel país, incluso cuestiones que pueden considerarse superficiales como el entretenimiento o la cultura son fuertemente influenciadas.

La política es otro campo que no está libre de esta influencia, muchas veces, esta tiene que ver con quién es el huésped de la Casa Blanca.

Con el pasar de las décadas, poco a poco desde el siglo 19, la batalla electoral en aquel país se consolidó entre republicanos y demócratas. Las visiones distintas de cada partido no han impedido que los vínculos entre Guatemala y EE. UU. se afiancen, en buena parte, gracias a la migración, que ha sido más intensa desde inicios de este siglo.

Hay quienes creen que los gobiernos republicamos reprimen la migración irregular, son moralistas, soberanistas e incluso permisivos con los gobiernos y que los demócratas son todo lo contrario, pero esto no necesariamente es así.

Diferencias

En términos generales analistas creen que los demócratas son más abiertos al diálogo a las negociaciones con otros países mientras que los republicanos son más pragmáticos.

En el trato hacia Latinoamérica los primeros son más “suaves” con la región, mientras que los segundos tienden a apoyar la soberanía de los países y a los estados, para que los movimientos sociales no tengan tanto poder.

De esa cuenta, los gobiernos republicanos tienen la convicción de que estados fuertes funcionan bien y son capaces de dominar sus territorios y fronteras y con ello pueden evitar ilícitos como el narcotráfico y el tráfico de personas. Asimismo, que los países deben resolver solos sus problemas sin la intervención de otra nación.

El presidente de EE. UU., Joe Biden, enfrenta un periodo de gobiernos centroamericanos que han rechazado su gestión. (Foto Prensa Libre: AFP)

Además, tienden a ser más moralistas y estar en contra del aborto, el matrimonio homosexual y de las comunidades LGBTI.

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“No les importa si los gobiernos de la región son corruptos “toda vez estén del lado positivo de la moral y la ética”, dice Pablo Rangel, internacionalista y catedrático universitario. “Lo que les interesa es que cada país haga lo que quiera adentro, pero que no permita ni la migración ni el narcotráfico”, agrega.

Una administración demócrata puede tener más participación en la lucha contra la corrupción y hasta ponerse del lado de la ciudadanía y en contra de un gobierno, ya que manejan una línea de defensa universal de los derechos humanos, comenta el experto.

Pérdida de liderazgo

El también internacionalista Roberto Wagner explica que hasta antes de la llegada de Barack Obama a la Presidencia de EE. UU. la política internacional de ese país era más estable y había coincidencias entre ambos partidos de lo que se esperaba del resto de países de la región, que a la vez lo tenían claro y entendían los límites y hasta donde podían llegar sus acciones.

“Antes era impensable que hubiera presidentes centroamericanos que le levantaran la barbilla a EE. UU.”, remarca Wagner, pero durante el segundo mandato de Obama esa nación empezó a perder su liderazgo en la política internacional lo cual se acentuó con la llegada de Donald Trump al poder —republicano— con su nuevo modelo de hacer política, al extremo que hoy en día “la administración Biden no tiene capacidad para poner orden en estos temas”.

Gobiernos como el de Nayib Bukele en El Salvador dan indicios de autoritarismo sin que les importe lo que diga Washington. (Foto Prensa Libre: AFP

En Centroamérica, esta falta de liderazgo de los últimos gobiernos de EE. UU. puede ser y ha sido aprovechada por regímenes autoritarios que luego de años de miseria y corrupción de sus pueblos han emergido como la solución a los problemas, como en el caso de El Salvador con Nayib Bukele, algo que no puede descartarse en Honduras con la llegada de la presidenta Xiomara Castro.

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Por la naturaleza pragmática del Partido Republicano, estos gobiernos se sienten más cómodos con ellos en la Casa Blanca. Tanto El Salvador como Guatemala han mostrado su rechazo a la administración Biden. Bukele llegó a decir que Trump sí los había apoyado.

Mientras que los presidentes guatemaltecos han llevado acciones para congraciarse con ellos, como el traslado de la Embajada de Guatemala a Jerusalén, en el Gobierno de Jimmy Morales, o declarar al país como “capital provida de Iberoamérica” con Alejandro Giammattei.

“EE. UU., por estar preocupado por cosas internas, ha descuidado a Centroamérica y aquí se están aprovechando de eso, y un montón está esperando que se den las elecciones de medio término y luego el regreso del Partido Republicano al poder en las próximas elecciones”, refirió Wagner.

Añadió que un error que ha cometido la administración Biden es reunirse con exjueces y exfiscales que, si bien puede tener un impacto mediático, ya no tienen ningún poder en Guatemala lo cual se transforma en un “mensaje tibio” y algo que “a los corruptos y a los narcos no les importa”.

No hay apoyo

Óscar Chacón, director ejecutivo de la organización Alianza Américas, dijo que existen grandes diferencias en la forma como las administraciones demócratas y republicanas tratan a la región, aunque lamentablemente ninguna ha propuesto y favorecido cambios sustanciales en Centroamérica.

En 2019, miles de menores fueron separados de sus padres a causa de la política Tolerancia Cero de Donald Trump. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

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Con Trump ni siquiera había una preocupación por las condiciones de vida en estos países algo que ha cambiado con el Gobierno de Biden puesto que al menos en el discurso aceptan que es impostergable luchar contra las causas que perpetúan la pobreza y que originan la migración.

“Pero de nada sirve que lo admitan, si no hay mucho en la práctica”, afirma Chacón. Como ejemplo, cita la devastación que las tormentas ETA e Iota causaron en Centroamérica sin que hubiera una “respuesta vigorosa” de EE. UU.

En cuanto al abordaje que se hace de la corrupción y la democracia también hay diferencias, agrega. “A Trump no le importaba la corrupción y el autoritarismo siempre y cuando los gobiernos se comprometieran a contener la migración, ni siquiera lo mencionaba”, subraya.

Los demócratas son más activos y han hecho señalamientos a los gobiernos y elaborado listas de corruptos y enemigos de la democracia; algo de cuya eficacia duda Chacón, toda vez en Centroamérica “no haya líderes políticos capaces de fortalecer la convicción democrática”.

¿Y la migración?

En migración, a Trump se le señaló de prácticas inhumanas, como la separación de familias en la política de Tolerancia Cero, y por las redadas como las ocurridas en procesadoras de pollo en Misisipi, que dejaron más de 650 indocumentados detenidos, muchos de los cuales fueron deportados.

La migración de guatemaltecos continúa debido al empeoramiento de las condiciones de vida en el país. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

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Sin embargo, durante la administración de Barack Obama (2009-2017) se produjo la mayor cantidad de deportaciones en la historia de EE. UU. Así, en ese lapso fueron expulsados casi 300 mil guatemaltecos, frente a 159 mil en la era Trump.

“EE. UU. va a asumir la migración de la misma manera, la irregular va a ser rechazada siempre, nadie abrirá las puertas de las fronteras, independientemente de quien gobierne el país”, señala Rangel.

Históricamente han sido los republicanos los más abiertos a la migración, desde los tiempos en que los demócratas defendían los derechos laborales de los estadounidenses de la amenaza que suponían los migrantes.

En 1986, el presidente Ronald Reagan —republicano— firmó la Ley de Reforma y Control de Migración, que fue la última gran reforma migratoria que permitió la regularización de más de cinco millones de personas.

Obama impulsó otra iniciativa similar con la cual logró reelegirse en 2011, pero nunca prosperó.

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La diferencia en el trato que se hace de la migración es solo en el discurso. Mientras los republicanos utilizan una retórica muy “hostil y abusiva” los demócratas no, pero “en la práctica los dos partidos mantienen un abordaje muy parecido que es difícil distinguir uno del otro”, afirma Chacón.

Barack Obama se convirtió en el presidente que más deportaciones efectuó en los ocho años que gobernó EE. UU. (Foto Prensa Libre: AFP)

Desde Obama, pasando por Trump y ahora con Biden, la política de EE. UU. ha sido bastante clara en el sentido de que espera que sus vecinos del sur implementen más controles fronterizos para evitar la migración, dijo.

Wagner considera que el gran problema de los últimos años ha sido que los gobiernos estadounidenses no han sido capaces de trabajar en conjunto con las autoridades de Centroamérica y México para atender el fenómeno de raíz.

Han lanzado supuestos programas de desarrollo que son “políticas electorales que ni siquiera se aceran a un plan sostenible que busque reducir la migración irregular y regular la migración”, dijo.

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