¿Se puede aprovechar mejor la abundancia de agua en Guatemala? Estas son algunas propuestas

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Desde el 2008, el sistema de Naciones Unidas ha advertido que “los recursos hídricos se encuentran bajo una presión en aumento debido al crecimiento de la población, la actividad económica y la competencia intensificada por el agua entre los usuarios”, lo que debe hacer reflexionar a las autoridades nacionales, así como a la población en general sobre la importancia de abordar la problemática que se genera relacionada con la falta de acceso a recursos hídricos en distintas regiones del mundo, situación no ajena a Guatemala, ya que en el  2014 la encuesta nacional de vivienda (Encovi) ya alertaba sobre una de las grandes desigualdades que se generan dado que Alta Verapaz se reportaba como el departamento con menos acceso a fuentes de abastecimiento de agua potable con apenas un 44.1% de cobertura, lo que implica que menos de la mitad de su población tiene acceso a este servicio.

Esta falta de acceso a fuentes de abastecimiento de agua potable contrasta con la información que proporciona la Segeplán (2006), que indica que la disponibilidad anual de agua por habitante en la vertiente del golfo de México es seis veces mayor que la del Pacífico y de cuatro veces en el mes más seco, lo cual refuerza el hecho que la vertiente del golfo de México resulta ser la vertiente con mayor volumen de agua en Guatemala; sin embargo, es allí precisamente donde se tienen las menores coberturas de acceso a fuentes de suministro de agua.

Esta reflexión nos lleva a la necesidad urgente de tomar medidas que aborden aspectos importantes como la participación de los grupos de interés en la planificación y toma de decisiones relacionadas con el recurso hídrico. Asimismo, es importante fortalecer las instancias gubernamentales para que tengan la posibilidad de ejercer funciones de control de la contaminación, del recurso hídrico y gestión de información para que la planificación y toma de decisión se realice con fundamentos científicos que permitan una utilización justa y sustentable del recurso hídrico del país.

Hoy en día en Guatemala se generan muchos conflictos precisamente por no existir los espacios de diálogo donde los distintos sectores con interés en el recurso hídrico puedan ponerse de acuerdo en aspectos tan importantes como la asignación de dotaciones de agua.  La inexistencia de estos espacios  promueve que el más fuerte o el que tenga más influencias sea el que se apropie del recurso  a expensas de la escasez de los menos favorecidos.

Las acciones de control deben ser ejercidas por instancias fortalecidas, que cuenten con programas bien establecidos de monitoreo de calidad y cantidad de agua.

En este proceso de transformación de la forma como se gestionan los recursos hídricos del país se debe cambiar la visión sectorial de gestión que se tiene  hoy en día, transformándola a una mas holística donde se puedan aprovechar de mejor manera las inversiones que se realizan en infraestructura hídrica como, por ejemplo, las obras de regulación de flujos de agua que pueden ser utilizadas también para generación de energía, suministro de agua potable, riego de campos,  control de riesgos y almacenamiento de agua para mitigar sequías, aprovechándose de esta forma una infraestructura para diversas funciones.

Por otro lado, se debe mejorar la gestión de la contaminación, ya no es posible aceptar descargas de aguas residuales en los cuerpos hídricos, esta práctica debe reducirse y promoverse una reducción de volúmenes de agua que se utilizan en las distintas actividades, para lo cual es necesario promover la innovación en equipos y procesos ahorradores de agua. Además, se debe promover la reutilización de las aguas servidas, de tal cuenta que solo las residuales que realmente no puedan ser aprovechadas se descarguen, pero con una muy buena calidad que no altere el uso que se le pueda dar al recurso hídrico que  reciben estos caudales. Esto último será posible si se implementan incentivos y sanciones que permitan motivar a los  sectores impulsar estas acciones, así como sancionar a aquellos que generen contaminación y daño al recurso hídrico.

Es importante también reconocer que la región centroamericana se encuentra en un área de alta vulnerabilidad ante los fenómenos naturales, lo cual se traduce año con año en pérdidas de vidas e infraestructura, generando esto un atraso importante el desarrollo del país. Al verificar las cifras de los fenómenos que más impactan América Latina y el Caribe, según la Cepal, son los fenómenos climáticos como huracanes, tormentas e inundaciones, las que tienen una mayor recurrencia, por lo que se deben ejercer inversiones para evitar que estas zonas altamente vulnerables se vean tan afectadas todos los años cuando se inicia la temporada de lluvias, implementando infraestructura hidráulica para el control de flujos de agua en zonas inundables, así como promover una correcta planificación urbana.

Finalmente, hay que poner mucha atención a la explotación incontrolada de agua subterránea que  tiene hoy en día Guatemala.  Si se revisan datos, por ejemplo, de Empagua, es notorio cómo la matriz de suministro de agua ha migrado de tener una mayoría de fuentes de suministro de agua de fuentes superficiales a priorizar las fuentes  subterráneas —pozos—.

Esta transformación de la matriz de suministro de agua obedece a factores como el incremento de la demanda de agua en la región metropolitana, así como a la escasez de fuentes de suministro de agua superficial por reducción de volumen o por estar estas altamente contaminadas, lo que ha generado una explotación no regulada del agua subterránea que ya está teniendo consecuencias como la profundización de los mantos acuíferos, que conlleva a mayores costos de extracción.

Por esto se hace necesario iniciar con procesos de control del agua, no solo a nivel superficial, sino  de la  subterránea, con una visión integral.

Todo lo expuesto, puede resumirse en un concepto que no es nuevo y que tiene su fundamento en los principios de la declaración Dublín sobre el agua y el desarrollo sostenible, resultado de la Conferencia Internacional sobre el agua y el medio ambiente (Ciama) realizada en 1992, cuyos principios son la base de lo que posteriormente se denominó la Gestión Integrada del Recurso Hídrico.

La Gestión Integrada del Recurso Hídrico es un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinados del agua, la tierra, y los recursos relacionados, con el fin de maximizar el bienestar económico y social resultante, de manera equitativa sin comprometer la sostenibilidad del ecosistema vital.