Revista D

Liceo Francés, una historia que comenzó hace 100 años

Es uno de los colegios más emblemáticos de Guatemala. El Liceo Francés el 20 de enero cumplió 100 años de dedicarse a la educación y su historia se ha desarrollado en una de las casas con más historia del Centro Histórico.

Instalaciones del Liceo Francés que arriba a sus 100 años de fundación ubicado en la 5ta avenida, y 10a. calle de la zona 1. (Foto Prensa Libre:  Carlos Hernández). 
17/12/2020

Instalaciones del Liceo Francés que arriba a sus 100 años de fundación ubicado en la 5ta avenida, y 10a. calle de la zona 1. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández). 17/12/2020

El colegio Liceo Francés cumple su primer centenario de vida.   Una historia en la que cientos de niñas y señoritas, maestros y educadores han dado vida a este recorrido educativo.

Sus patios por ahora están en silencio y la casa que alberga este centro educativo sigue esperando que el covid-19 deje regresar la energía, la risa y creatividad de las estudiantes, que por ahora están en modalidad virtual y continúan su aprendizaje.

A la celebración del centenario le alcanzó la pandemia, algunos planes de festejos están quedando aplazados para nuevas fechas, pero esto no limitó el celebrar junto a  las estudiantes, profesores  y comunidad educativa que participaron en distintas actividades virtuales, así como en la  misa dirigida por el Arzobispo de Guatemala, Monseñor Gonzalo de Villa, en la Catedral Metropolitana.

Una fotografía de 1927 con la comunidad educativa del Liceo Francés en ese año. (Foto Prensa Libre: cortesía).

El paso por la historia

¿Cómo comenzó este trabajo educativo?  La fundadora de este proyecto  fue Irene de Peyré quien motivó a algunos de los miembros de la colonia de Francia, residentes en Guatemala, para que escudarán su ideal de organizar en un centro cultural donde se impartiera el idioma francés y se diera a conocer la cultura fuera este país.  El 14 de julio de 1920 se creó la Alianza Francesa, justo el día que celebra la fiesta de la Toma de la Bastilla.

Un año después, el 20 de enero de 1921, de Peyré empezó  un colegio con alumnas de familias reconocidas en Guatemala.  El 23 de abril de 1921 se obtiene la autorización completa para establecer el colegio, bajo el acuerdo 644 emitido por el Palacio Nacional.

En la esquina izquierda Irene Oliveros de Peyré fundadora del Liceo Francés. (Foto Prensa Libre: cortesía Liceo Francés).

Irene Molina de Peyré era originaria de Santa Rosa.  Nació el 20 de octubre de 1873 y se graduó como docente en el  Instituto Normal Central para Señoritas Belén.

En 1924, la dirección paso a manos de María Antonieta Peyré Oliveros, hija de doña Irene de Peyré.  María Antonieta fue educada en Francia y su caminar en Guatemala dejó un legado de servicio.

María Antonieta Pyré, hija de la fundadora y una de las grandes promotoras de la educación en Guatemala.  (Foto Prensa Libre: cortesía Liceo Francés)

Entre los aportes se menciona que ella fundó las primeras guarderías de la capital, creó escuelas comunales de preprimaria y primaria en el asentamiento Niño Dormido, Colonia Bethania y Santa Fe y también fue fundadora de de la Asociación de maestras católicas.  Por su labor académica y humanitaria el gobierno francés también la premió con las distinciones como La Legión de Honor y Las Palmas Académicas.

Actualmente Irene Peyré de Asencio es nieta de la fundadora, fue nombrada como directora general a partir de 1982.  El 24 de marzo de 2011 el Ministerio de Cultura y Deportes le otorgó el cambio de la rosa por cumplirse los noventa años de labor de este centro educativo.  Otro de los reconocimientos que recibió el colegio fue en 1995 con la Orden del Quetzal.

Irene Peyré de Asensio actual directora del Liceo Francés. (Foto Prensa Libre: cortesía Liceo Francés).

La Orden del Quetzal es la distinción honorífica máxima que el Gobierno de Guatemala puede otorgar a mandatarios, personas y organizaciones nacionales y extranjeras, cuya labor humanitaria, cultural o política haya sido relevante para el país. Fue creada por el presidente Jorge Ubico en 1936.

(En este video el coro del colegio presenta una versión De qué sirve querer de Malacates Trébol Shop.  Esta presentación se hizo durante la pandemia).

Las autoridades del colegio refieren que la institución además de los ciclos de preprimaria, primaria y básicos ofrece magisterio en preprimaria con diplomado en educación especial, bachillerato con orientación en computación, bachillerato en diseño gráfico, perito contador y secretariado bilingüe.

Para el 2021 están inscritas casi 300 estudiantes. Mercedes de Carranza, una de las directoras de la institución comenta que los retos para los próximos años son seguir cultivando la educación y valores en cada una de las niñas y señoritas del plantel, así como la profesionalización de los maestros, en especial ahora en el contexto virtual.

“Para nosotros cada estudiante tiene un nombre y en especial con la pandemia en que la circunstancia de cada familia era diferente y tratamos que así sea atendida y tratada”, agrega De Carranza.

La profesional también explica que es importante el fomento del arte y la cultura, actualmente se tiene un coro que ha estado activo, así como se tienen otras actividades para promover la lectura, el teatro, la escritura y otras áreas que representan habilidades”. El deporte también se promueve, entre ellos el basquetbol, voleibol y fútbol.

Antes de la pandemia estudiantes actuales del Liceo Francés. (Foto Prensa Libre: cortesía Liceo Francés).

En su historia una de las curiosidades es que aunque la institución fue fundada exclusivamente para señoritas, el nivel primario tuvo una sección de varones que surgió en 1952, la cual se separó tiempo después y se convirtió en el  Liceo Javier.

La riqueza histórica de las instalaciones

El inmueble donde se encuentra ubicado el colegio es uno de los más representativos de Guatemala.  Está  en la 5a. avenida y 10a. calle, de la zona 1, en pleno Centro Histórico.  Su estilo es sevillano, cuenta con patios, fuentes con jardineras y una pileta y fue construida a finales del siglo XVIII, para el comerciante Ambrosio Rodríguez y Taboada.

Para identificarla se utiliza, todavía, el segundo apellido, por considerarse el de mayor abolengo, así se describe como la casa de la familia Taboada y Asturias.  La historia ha marcado que que no era solo una residencia, sino también fue bodega para productos importados de España, Perú o México, como vinos, petates, brocados, telas, sillas de montar, platería e incluso tinte de añil.

Una de las fuentes y jardineras del colegio. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Datos de 1806, del albañil Nicolás Monzón, refieren que la residencia “se compone de paredes de piedra de mezcla fina, terraplenes, entejados, soteas, el cubo de campana de la cocina, baño, jardín, pilas…”.

La casa fue declarada monumento nacional en  diciembre de 1967, por acuerdo No 1192 del Ministerio de Educación.  Según el Acuerdo 1210-76, fue clasificado con el número 0297 en el Instituto Nacional de Antropología e Historia y en el Artículo 328-98 se declaró inmueble categoría A, por ser uno de los pocos edificios que fueron construidos a raíz del traslado en 1776 de la ciudad y que aún existe.

En la tesis de maestría en arquitectura, especialidad en Restauración de Monumentos de Karim Chew, llamada Casa Taboada y Asturias: un proyecto de nuevo uso La casa se describe que la edificación se estaba terminando de construir en 1792 y fue hecha para uso de habitación y negocios de la familia Taboada y Asturias, hasta el periodo correspondiente a la independencia nacional en 1821 aún pertenecía a los herederos.

Hasta poco antes de 1824 era su heredera la viuda de Ambrosio Rodríguez Taboada estando los hijos muy pequeños siguió sirviendo para casa de habitación de la familia.

Se observan algunos detalles originales de la casa y su patio principal. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández).

“Al morir la viuda de Taboada, la casa pasó a formar parte de la herencia de sus hijos, sin embargo en 1871, en el Registro de la propiedad Inmueble, (según aparece en el libro) al inicio de las primeras inscripciones, aparece como la finca 512, del libro 22 en el libro viejo de la ciudad de Guatemala y únicamente se encuentran vinculados con el inmueble, los hijos : Teresa Taboada de Aparicio, José Antonio Taboada y Francisco Taboada. El primero de ellos el mayor de ambos fue un religioso franciscano (provisional del convento de San Francisco) y el segundo se dedicó a la carrera militar, ambos estuvieron presentes en la sesión que convocó el día 14 de septiembre de 1821 el gobierno, donde se decidió de forma preliminar la independencia de Guatemala. Hay que hacer notar que en la primera inscripción del registro se le denomina a la Casa como la de Taboada, y se hace mención que así ha sido conocida desde mucho tiempo atrás”, refiere la investigación.

Al parecer solamente Francisco Taboada vivió en el inmueble, ya que José Antonio residió fuera, como parte de su oficio religioso, y la señora de Aparicio, ya no vivió en la casa por su matrimonio. Ya para el 25 de diciembre de 1878 y, debido a las múltiples reformas que sobre leyes de terrenos hicieron los protagonistas de la revolución de 1871, la residencia Taboada se identifica como su propietario a Don Ramón Asturias, sin embargo más adelante aclara que su nombre es Ramón Rodríguez Taboada.

La relación con la independencia

En enero de 1821, el recién nombrado capitán general Gabino Gaínza se instaló en uno de los apartamentos de esa casa. Gaínza en ese entonces con 68 años de edad rentó una habitación a los Taboada y Asturias, porque ese inmueble era uno de los pocos que ofrecían ciertas comodidades, explica Chew.

No se sabe con certeza, pero posiblemente ocupó la esquina de la actual 5a. avenida y 10a. calle. Miguel Alfredo Álvarez, cronista de la ciudad, explica que Gaínza vivía en el Palacio Nacional y se hicieron reparaciones, así que los Asturias le alquilaron una habitación.  Al vivir ahí es posible que trataba ciertos asuntos políticos, recibía documentación y a personajes de la época.

Se  ha dicho que en esta casa que se firmó la sesión en donde se hizo la firma de Independencia en 1821.  Álvarez aclara que esto ha sido una confusión porque existen documentos que establecen que esta acta se firmó en el Palacio Nacional, ya que este tipo de reuniones no se podían llevar en una casa particular. Este se encontraba ubicado en el actual Parque Centenario.

El caminar del colegio

El colegio en su crecimiento también se extendió a la vecina Casa Oliver también construida en 1792.  Las dos propiedades fueron adquiridas por el colegio en 1948.

La casa conserva el 90 por ciento de su arquitectura original.  Parece como que en este punto hubiera sido congelado el tiempo, mientras su alrededor ha cambiado completamente, se ha convertido en un área comercial donde el tránsito, el ruido, la vibración son elementos cotidianos. En sus alrededores han sido construidos muchos edificios más recientes y de varios niveles. Chew dice que la manzana donde se encuentra localizada la Casa Taboada está dividida en siete propiedades, de éstas, solamente el edificio Novatex es de construcción más reciente, y las otras son contemporáneas a la Casa Taboada. Algunas de ellas ya han sido bastante modificadas.

Una de las preocupaciones de Chew es que  los fenómenos producidos por los factores ambientales en la ciudad de Guatemala y en el Centro Histórico, no son compatibles con los propósitos de preservar sus monumentos. La Casa Taboada y Asturias, como parte de este fenómeno, ha estado sujeta a la modificación de su medio ambiente inmediato, el agua, en sus manifestaciones como: humedad en suelos y lluvia cargada con gases nocivos que al precipitarse son absorbidos por los materiales, modificando su estructura química y física.

En relación ala vulnerabilidad a fenómenos naturales, la Casa Taboada y Asturias, posee la misma probabilidad de daño que todas las construcciones en nuestro país, pero su riesgo al daño es mayor pues su antigüedad como sistema constructivo integral la hace más
vulnerable, los terremotos de 1917, 1918 y 1976 le han causado daños estructurales.

 

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.

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