La infidelidad no es un comportamiento “normal”. Por el contrario, es síntoma de algún problema y ambos en la pareja tienen responsabilidad. Aunque uno tenga más responsabilidad que otro.
Eso de que los affaires “son saludables y pueden renovar el matrimonio o la relación”, no es cierto. Sí, son peligrosos y pueden ser motivo de divorcio. Otros piensan que el infiel ha dejado de amar a su pareja. La infidelidad tiene motivos como estrellas hay en el cielo. Como se dice, “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Aun amándose, puede haber infidelidad, como un síntoma de los conflictos en relaciones que, antes de ocurrir, sentían amor el uno por el otro.
Se cree que la persona con quien se siente el affaire tiene que ser más “sexy” que la persona engañada. El deseo tiene que ver con nuestros temas no resueltos de la niñez, con la intimidad de la pareja…
Pretender que no se sabe nada, no funciona. Las relaciones infieles se mantienen por el secreto y pierden fuerza cuando se reconocen y se enfrentan. Tampoco es verdad que, si ocurre un affaire, el matrimonio tiene que terminar: puede sobrevivir y fortalecerse.
No es lo mismo ser infiel por una noche o un fin de semana, que tener una amante o un amante fijo, por varios años. No es lo mismo ser un Don Juan, un playboy a lo Porfirio Rubirosa, que ser un hombre común con una amante. Lo que sí es una realidad científica es que la infidelidad es un síntoma, algo que nos dice que hay que revisar la relación de pareja y hay que trabajar con ambos. Tristemente, cada vez hay más mujeres infieles y siempre ha habido muchos hombres así.
Relación
Doctora Nancy Álvarez
En una relación de tres, siempre alguien sale perdiendo.