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Origen de escultor colonial:¿Quirio Cataño era portugués o italiano?

Este año se cumplen cuatro siglos de la muerte del eximio escultor colonial Quirio Cataño, de quien no se conoce con certeza su origen y formación, pero hay suposiciones basadas en varios hechos.

Firma del escultor de la época colonial Quirio Cataño, quien falleció hace 400 años.  (Foto Prensa Libre: cortesía del 
Archivo Histórico Arquidiocesano)

Firma del escultor de la época colonial Quirio Cataño, quien falleció hace 400 años. (Foto Prensa Libre: cortesía del Archivo Histórico Arquidiocesano)

Hasta el momento no se ha encontrado alguna prueba documental que mencione la procedencia de Quirio Cataño, uno de los artistas más notables de la época colonial en Guatemala, a donde llegó a finales del siglo XVI y donde vio la última luz entre marzo y mayo de 1622. No obstante, historiadores coinciden en inclinarse en su procedencia italiana, más que en la portuguesa, al aducir diversos argumentos.

Sin duda, la obra maestra de Cataño es el Cristo que se venera en Esquipulas desde 1595, imagen de estilo manierista de arraigada devoción nacional e internacional, y que inmediatamente es vinculada con el nombre del maestro escultor, dorador, ensamblador de retablos y orfebre.

Para comprender el legado artístico religioso de Cataño y que enriqueció el acervo cultural colonial del país, por las influencias europeas que se manifiestan en sus obras, hay que detallar lo que se sabe y lo que se deduce sobre su vida.

Antonio Gallo, en su obra Escultura colonial en Guatemala, evolución estilística de los siglos XVI, XVII y XVIII, prefiere pensar que Cataño sea más bien un apellido italiano —Cattaneo— que portugués, “sin excluir que el artista haya nacido en Portugal o haya transcurrido allí suficientes meses para adaptar su apellido”. Este podría haber sido Catanho, por la fonética y genealogía portuguesa y que se transformó al castellanizarlo a Cataño.

Suponiendo, indica Gallo, que Cataño llegó a Guatemala poco antes de 1580, año en que se casó con Catalina de Mazariegos —25 de abril—, descendiente esta o pariente del conquistador de Chiapas, Diego de Mazariegos, su formación artística debió transcurrir en Portugal o Italia, entre 1555 y 1575.

“Los españoles llegan a Guatemala en 1524, así que en 50 años es muy difícil formar una generación de artistas locales, por lo que, posiblemente, los primeros artistas que llegaron al reino tenían buena preparación”, indica Gallo en entrevista.

En ese tiempo, una pléyade de marmoleros italianos, lombardos, genoveses y sicilianos trabajaban en Portugal con Andrea Sansovino, gran discípulo de Donatello, a finales del siglo XV. Hacia la mitad del siglo XVI vivió allí el constructor García de Bolonha, el ingeniero Benedetto de Ravena, Tomaso Benedetto de Pesaro y Jerónimo Lombardo.

No habría que excluir que Cataño fuera un miembro de la familia Cattaneo y que su entrenamiento en el arte se efectuara en Florencia, Padua y Boloña. En tal caso, el clasicismo de Jacopo Sansovino y el manierismo —estilo artístico que se desarrolló en Italia en la tercera década del siglo XVI— de sus discípulos, Alessandro Vittoria y Danese Cattaneo, le fueron transmitidos de manera directa. Bronces manieristas de estos dos últimos como La Fortuna del Bargello (1550) y Neptuno (1545) muestran importantes afinidades de estilo y de concepción con las de Cataño.

Escultura de Neptuno, bronce manierista de Danese Cattaneo, que muestra afinidades estilísticas con las obras de Quirio Cataño. (Foto Prensa Libre, tomada de Internet)

El compañero de Cataño podría haber sido Alessandro Vittoria, cuya semejanza estilística parece muy próxima, tanto en concepto escultórico como en ejecución plástica y de las superficies.

Otros ilustres personajes de apellido Cattaneo fueron Jacobo Cattaneo, médico genovés del siglo XVI que publicó varios tratados sobre enfermedades; Geronimo Cattaneo, nacido en Novara, arquitecto e ingeniero, cuyas obras se publicaron entre 1548 y 1571, y el arquitecto Pietro Cattaneo (1510-1574), que publicó en Venecia, en 1554, su tratado Los primeros cuatro libros de arquitectura.

Los centros de localización de la familia Cattaneo se ubican en Génova, Milán, Venecia y Toscana.

La aventura de América Cataño podría haberla intentado en calidad de orfebre, nada extraño para un manierista italiano.

Heinrich Berlin, en su libro Historia de la imaginería colonial en Guatemala (1952), indica que el arzobispo Francisco de Paula García Peláez (1785-1867) fue el primero en afirmar que Cataño era portugués, pero sin manera de constatarlo.

Cristo de Esquipulas es la obra más representativa de Quirio Cataño, tallado entre 1594 y 1595, y que goza de gran devoción. (Foto: Hemeroteca PL)

Cabe pensar, sobre todo, en su origen italiano, sostiene Berlin. En ese país, desde el siglo XIV hasta el XVII vivieron artistas con el apellido de Cattaneo, Catanio y similares, en ciudades como Milán, Siena, Boloña, Ferrara, Padua y Venecia. Uno de ellos, Giovanni Angelo Cattaneo, trabajaba durante el siglo XVI cerca de Génova, puerto importante para el tráfico para España y ultramar. Además, Quirio, Quirico o Quirino es un nombre italiano frecuente, refiere Berlin.

En el artículo Sobre la historia de la orden de los templarios y de los Giovanniti en San Quirino, de PC Begotti, se habla de una familia noble de apellido Cattaneo que vivió durante siglos en el antiguo Reino de Morea. Algunos de ellos se convirtieron en ricos comerciantes de la provincia de Pordenone, y otros se trasladaron a Friuli durante los siglos XVI y XVII, donde hicieron una gran fortuna. En Pordenone, en el municipio de San Quirino, hay una suntuosa residencia de esta familia llamada Villa Cattaneo.

El historiador portugués Joao Soares Tavares, autor de varias obras sobre migración de portugueses a América, refiere en su blog que aunque no se ha encontrado ningún registro documental sobre el lugar de nacimiento en ese país de Cataño, en el siglo XVI vivía una familia noble de apellido.

Catanho en la isla Madeira, encabezada por el emprendedor azucarero Rafael Catanho. Uno de sus miembros, Quirio Catanho, se casó con María Cabral, con quien tuvo una hija, Violante, según datos del historiador Gaspar Frutuoso (1522-1591), pero sin poder relacionar a esta familia con el artista.

Espacio que ocupaba la casa de Quirio Cataño, en Santiago de Guatemala, actual Antigua Guatemala, ubicado en la 4a. avenida Norte, entre 6a. y 7a. calles, donde talló el Cristo de Esquipulas, según datos del historiador Juan José Falla, proporcionados por el historiador Aníbal Chajón. (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

Obras documentadas

Poco después de su llegada a Santiago, “como artista consumado”, le fue encomendado su primer trabajo documentado: una escultura de la Virgen de la Concepción y un retablo, en colaboración con Antón Rodas, en 1582, para el convento de San Francisco, en Sonsonate, El Salvador.

El 29 de agosto de 1594 celebró contrato con el provisor Cristóbal de Morales para la realización de un crucifijo “muy bien acabado y perfeccionado” que debía ser entregado el 4 de octubre de ese año a los habitantes de Esquipulas, y que fue puesto a veneración el 9 de marzo de 1595. Cobró por su hechura 100 tostones. Esta obra lo consagró y lo llevó a formar parte de los personajes más destacados de la época.

Este contrato estuvo extraviado y fue encontrado por el obispo Andrés de las Navas y Quevedo en la parroquia de San Francisco de Asís, en Quetzaltepeque, Chiquimula, con deterioro considerable, por lo que De las Navas mandó a copiarlo fielmente el 9 de abril de 1685, expone Hugo David López en su obra La historia del Señor de Esquipulas (2010).

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Berlin señala que en 1606 Cataño concierta con el mecenas, regidor y comerciante Pedro de Lira —considerado el hombre más acaudalado de la ciudad— la hechura de un retablo para la capilla de San Jacinto en el templo de Santo Domingo. En 1608 realizó otro, para el altar de Nuestra Señora en dicho templo, en el cual colaboró el ensamblador Juan Armero.

De nuevo, se le encargó la traza —diseño y elaboración— de un retablo para la cofradía de Nuestra Señora del Rosario de los Españoles, conocido como de la Concepción, en el referido templo, en 1615, financiado, en su mayor parte, por Pedro de Lira, por un valor de 5 mil 200 tostones, una suma muy elevada para la época, equivalente a una casa de élite, expone Flor Orellana en su tesis de maestría en Historia El retablo de Nuestra Señora del Rosario de los Españoles en el templo de San Juan del Obispo 1615-2014 (2014).

Retablo dedicado a Nuestra Señora del Rosario, en la iglesia de San Juan del Obispo, Sacatepéquez, obra documentada de Quirio Cataño, y que data de 1619. (Foto Prensa Libre, cortesía de Flor Orellana)

Las pinturas fueron contratadas, por separado, por los dominicos a Pedro de Liendo. Cada uno de los artistas sirvió de testigo en el contrato del otro. Este es considerado el retablo más antiguo existente en el país, del que se conocen sus autores, y el primero dedicado a la Virgen del Rosario, añade.

Además, Orellana localizó dichos contratos, que se encuentran en la iglesia de San Juan del Obispo, Antigua Guatemala.
En la pintura central de este retablo, llamada Nuestra Señora del Rosario o Entrega del Rosario, según análisis artístico y de simbolismos realizado por la historiadora, aparece, posiblemente, representado Liendo como uno de los personajes seglares, así como Cataño, que luce como un hombre de la tercera edad, con barba. Se observa que sostiene en su mano un lápiz de sanguina, pues fue él quien diseñó y talló el retablo.

Pintura de Nuestra Señora del Rosario del retablo de San Juan del Obispo (1619), en el que la historiadora Flor Orellana supone que está representado Quirio Cataño, como persona de la tercera edad, en el lado inferior derecho —inserto—. (Foto Prensa Libre, cortesía de Flor Orellana)

De ser cierta esta hipótesis, su representación coincide con el de una persona de 60 o 70 años, edad que aproximadamente tendría Cataño cuando realizó la obra, pues Gallo supone que el escultor llegó aproximadamente a los 30 años a Santiago, entre 1575 y 1579, por lo que su año probable de nacimiento fue 1545, y murió con más de 70 años, en 1622.

El arte de Cataño gozaba de amplio reconocimiento apenas 40 años después de que se fundara Santiago de Guatemala en el Valle de Panchoy, en 1543.

La alcabala de 1608, expresa Gallo, habla de un artista de buenas posibilidades económicas y relacionado con gran número de escultores, que sugiere que su taller era organizado, de gran prestigio, “y el mejor de Antigua” de 1580 a 1620. Entre ellos, Luis Ortiz, escultor y cercano colaborador; Antón Rodas, escultor, tallador de retablos, platero y pintor de imágenes; Bernardo Cañas, yerno de Rodas; Rodrigo Díaz, dorador, y Thomás de Villasanta, platero.

En el taller de Cataño, así como en el de Mateo de Zúñiga, “se elaboraban imágenes de cristos, vírgenes y diversos santos que llenaron las iglesias de la urbe y sus alrededores e, incluso, llegaron a la Nueva España —México—“, señala el historiador del Arte Johann Melchor en su tesis doctoral (2011).

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Gallo puntualiza que además de obras religiosas, artistas como Cataño trabajaban objetos domésticos de madera, como decoración, muebles y platería, como otra forma de subsistir.

Vida familiar y social

La personalidad de Cataño era la de un hombre bondadoso y organizado, dispuesto a sacar de la cárcel repetidas veces a su amigo Luis Ortiz, quien ingresó a su taller en 1592, al pagar sus deudas.

Cataño finalizó en 1617 el retablo mayor de la Catedral, que dejó inconcluso Pedro de Brizuela, quien abandonó la ciudad, según datos proporcionados por Alejandro Conde, archivero mayor del Archivo Histórico Arquidiocesano. El costo total de este retablo fue de 15 mil tostones, por lo que debió haber sido de magnífica hechura, aunque Cataño recibió solo 5 mil 600, por la parte que le correspondió. Se dice que tuvo diferencias por dinero con el pintor Francisco de Montúfar.

Constancia de matrimonio de Quirio Cataño y Catalina de Mazariegos, celebrado el 25 de abril de 1580 en la Catedral de Santiago, y donde su hijo, Jerónimo, fue bautizado en febrero de 1581. (Foto Prensa Libre, cortesía del Archivo Histórico Arquidiocesano)

También demostró su apoyo a su amigo Pedro de Liendo, con quien estaba emparentada la esposa de Cataño y de quien fue testigo de su casamiento, durante una polémica legal, menciona Gallo. En ese entonces, al lado del maestro artista trabajaban aprendices y oficiales. Pedro de Liendo fue acusado de maltrato contra su aprendiz Agustín de Vargas, de 10 años. El pintor fue enviado a la cárcel, en la que estuvo recluido solo 24 horas, porque Cataño le prestó fianza para su libertad. El pequeño aprendiz negó los hechos imputados y el caso se archivó.

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Figura Cataño en el padrón de alcabalas desde 1604 a 1622, como vecino y entre los mercaderes; pagaba, por lo general, mayor cuota que los otros artistas.

Como sucedía con los artistas de la época, Cataño, indica Enrique Berdúo, cronista de Antigua Guatemala, de seguro practicaba una serie de ejercicios espirituales como retiro, ayuno o meditación para prepararse para la realización de imágenes, en especial si se trataba de la Virgen María o Jesús.

El único hijo biológico de Cataño, Jerónimo, bautizado en 1581 y apadrinado por Antón Rodas, fue clérigo y murió antes que sus padres. Los cónyuges Cataño criaron a otros niños “hijos de la Iglesia” como entenados, que tomaron después el apellido de sus padres adoptivos.

Para 1622, se conoce de un niño entenado llamado Juan Cataño, que bien pudo haber sido el que mencionó el cronista Francisco Ximénez, como padre de fray Alonso Cataño, fallecido en 1698. En el bautismo de Jerónima, en 1594, aparecieron como padrinos Quirio y Catalina. Esta ahijada se casó el 7 de mayo de 1622 con Gabriel Vásquez de Madrigal en la casa de Quirio Cataño. Catalina, en su testamento, menciona que “dejó cuatro huérfanos criados por ella”: Juan Cataño, Martín de Mazariegos, Ana e Inés, según transcripción brindada por Conde de este documento, que se encuentra en el Archivo General de Centroamérica.

Casa que pertenecía a Cataño, ubicada en Calle de los Pasos y 1ª. avenida sur, a unos cuantos metros del río Pensativo, en Antigua Guatemala. (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

Antes de casarse el 25 de abril de 1580, Quirio Cataño apadrinó a un “hijo de la iglesia” llamado Jerónimo, el 5 de abril de ese año, según constancia proporcionada por Conde.

En el sitio Family Search aparece que Cataño y su esposa fueron padrinos de un niño de nombre Martín, bautizado en septiembre de 1613 en el Sagrario de la Catedral.

Tuvo, al menos, tres propiedades inmuebles en la ciudad. Su casa de habitación se ubicaba en la calle de Concepción, cerca del convento de Santo Domingo —1a. avenida Norte y 4a. calle Oriente—, donde se concentraba la clase pudiente, apunta Orellana en su tesis. Berdúo afirma que esta se localizaba en la actual 4a. Avenida Norte, entre 6a. y 7a. calles, a una cuadra y media de la Catedral, según contrato de compraventa del inmueble. También tuvo otra casa, que no habitó, en la Calle de los Pasos, cerca de la Escuela de Cristo, a escasos metros del río Pensativo.

Verle L. Annis, en su libro Arquitectura de Antigua Guatemala (1968), asevera que Cataño sí vivió en esta última residencia de 1575 a 1595.

Casa que pertenecía a Cataño, ubicada en la 4a. calle oriente y 1a. avenida norte, en la Antigua Guatemala (Foto Prensa Libre, Juan Diego González)

Según la tesis doctoral de Brenda Porras, El retablo y la escultura en Guatemala, siglos XVI al XIX (2015), Cataño en 1604 vivía en la zona noreste de la ciudad, en la calle del hospital de San Alejo, tiempo en el que obtuvo suficientes ganancias, pues tributaba seis tostones de impuestos, la mayor suma pagada por un artista ese año. Luego vivió en el barrio de Santo Domingo.

El hecho de que se le hayan encargado obras en la Catedral y en el convento de Santo Domingo, dice Porras, significa que era un artista que creaba piezas de alta calidad. Berdúo añade que su producción fue tan significativa que trascendió los límites del Valle de Panchoy.

Fallecimiento

En 1622, año en el que Quirio y Catalina enfermaron de gravedad, testaron el 26 de marzo de 1622 ante Alonso de la Cerna, cuyo registro de protocolos no se ha localizado hasta el momento. El 20 de agosto de ese año Catalina reformó el testamento mancomún, fecha en que ya había fallecido su esposo. A petición de Cataño, se estableció que el cónyuge sobreviviente podía reformar el testamento pero debían transcribirse los salmos —cláusulas— de manera íntegra, tal como lo hizo Catalina, quien falleció nueve años después que su esposo. En otros documentos notariales del siglo XVII se consigna que Cataño murió sin sucesión legítima, expone Conde.

Según transcripción de un documento proporcionado por Conde, un recibo de la dote entregada al futuro esposo de Jerónima —Gabriel Vásquez de Madrigal—, con fecha 4 de mayo de 1622, se menciona a Catalina como viuda de Quirio Cataño, por lo que el artista habría fallecido entre el 26 de marzo —cuando testó— y el 4 de mayo de ese año.

Se cree que Cataño fue sepultado en la cripta del antiguo sagrario de la Catedral de San José, en Antigua Guatemala, al lado de su hijo Jerónimo, como fue su deseo en su testamento, pero no hay inscripción que identifique con precisión su sepulcro, pues, explica Berdúo, colocar una lápida en la tumba, con la mentalidad barroca de ese tiempo, se hubiera interpretado como una manifestación de vanidad.

Es probable que nunca sepamos qué motivó a tan talentoso artista a emigrar desde Italia o Portugal a Santiago de Guatemala, donde su arte cobró gran fama, convirtiéndolo en uno de los artistas más reconocidos de la época hispano-guatemalteca, cuya memoria se perpetúa con su obra, pues no se tienen noticias de sus descendientes.

Testamento

  • Según transcripción del testamento de Catalina de Mazariegos, esposa de Cataño, proporcionada por Alejandro Conde, archivero mayor del AHA, en este no se menciona ni el origen ni quiénes fueron los padres del artista.
  • En el documento, fechado el 20 de agosto de 1622 y que se encuentra en el Archivo General de Centroamérica, pidió ser sepultada en la capilla del Sagrario de la Catedral, junto a los restos de su esposo e hijo, Jerónimo.
  • Dejó legado a su hija adoptiva de 13 años, Ana de Mazariegos.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.