Escenario

“1991”, la película guatemalteca que retrata la época más cruda del conflicto armado debuta en Miami

El marco general de la película es la guerra civil de Guatemala, que se libró entre los diferentes gobiernos, mayormente militares, y movimientos de izquierda.

Fotografía cedida por el Festival de Cine de Miami donde aparecen Daniela Castillo y Eduardo Cabrera, durante una escena de la película "1991". (Foto Prensa Libre: EFE/Miami Film Festival)

Fotografía cedida por el Festival de Cine de Miami donde aparecen Daniela Castillo y Eduardo Cabrera, durante una escena de la película "1991". (Foto Prensa Libre: EFE/Miami Film Festival)

El director Sergio Ramírez expone el racismo rampante de las clases privilegiadas de Guatemala con “1991”, de estreno mundial este jueves 11 de marzo en el Festival de Cine de Miami y cuyo telón de fondo son los asesinatos de cientos de jóvenes indígenas en la capital y otras ciudades del país.

El segundo largo del director, tras la aplaudida “Distancia” (2012), cuyo estreno en Estados Unidos se dio en este festival, saca a la luz los brutales crímenes cometidos con total impunidad entre las décadas de 1980 y 1990 por bandas de adolescentes y jóvenes blancos, mientras el país libraba los últimos años de la Guerra Civil.

“Estos hechos eran conocidos, sobre todo para los que vivíamos en el centro de la ciudad. Les llamaban ‘cacerías’, y caminábamos con mucho miedo, te podía caer de un lado o de otro”, confesó el realizador, en declaraciones telefónicas desde Ciudad de Guatemala.

Sobre esos hechos, en ese entonces una nueva forma de manifestación del racismo y clasismo en Guatemala, no hay ni un solo caso juzgado y, por el contrario, muchos de los que participaron o iniciaron esas “cacerías”, que se hacían desde autos y con bates de béisbol, ocupan ahora altos cargos públicos, explicó el director.

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“Lo fuerte es que hoy en día, gente que está en sus 40 y que de adolescentes hicieron esto, no se arrepienten y así lo dicen abiertamente”, relató Ramírez.

El marco general de la película es la Guerra Civil de Guatemala, un conflicto de larga duración que concluyó en 1996 y que se libró entre los diferentes gobiernos, mayormente militares, y movimientos de izquierda, que fueron apoyados por pueblos de la etnia maya y en esas décadas víctimas de genocidio.

Una escena de la película “1991” que estrena a escala mundial en Miami. (Foto Prensa Libre: EFE/Miami Film Festival)

El protagonista de la historia es Daniel, un adolescente indígena pero que vive en la ciudad, un “punto medio”, como precisa el realizador, que tiene una vida apacible hasta que sus grandes dotes para el futbol lo colocan entre jóvenes de la clase alta, en un “mundo de fiestas, clubes y autos”, pero que va de la mano con “esa escalada de violencia”.

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El director aludió a una tesis universitaria de antropología según la cual los adolescentes que iniciaron esto eran hijos de políticos y militares, además de versiones que alegan que estos crímenes eran una fachada para asesinar a líderes de movimientos estudiantiles, muchos de ellos indígenas y de clases bajas.

El nuevo cine de Guatemala

La película es coproducida por Jayro Bustamante, quien se ha alzado como una de las voces protagonistas de la nueva cinematografía de Guatemala de la mano de su largometraje “La Llorona”, nominada a mejor película extranjera en los últimos Globos de Oro y preseleccionada en la misma categoría a los premios Óscar.

“Es un momento muy bueno para el cine de Guatemala”, reconoció Ramírez, que puso de relieve las fuertes temáticas sociales y la inclusión de las lenguas mayas en los recientes proyectos cinematográficos facturados en el país, algunos de los cuales están liderados por mujeres.

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El guión de “1991” lo firma Ramírez junto a Bustamante y César Díaz. Este último ganó el premio Cámara de Oro a la mejor Ópera Prima en el Festival de Cannes de 2019 por su película “Nuestras madres”.

Todas esas buenas señales, sin embargo, no se ven correspondidas con apoyo gubernamental o privado a la producción cinematográfica local, como lo reflejan los cinco años que le demandó al director concluir su proyecto o la ausencia de una ley de cine.

“Ojalá las autoridades abran los ojos y se den cuenta de la oportunidad que están perdiendo al no apoyar el cine”, señaló el director.

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