En general esta enfermedad va más allá de alimentarse bien y presenta diversos factores genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales.
También se ha establecido que en algunas personas, la obesidad puede tener una causa médica, como el síntoma de Prader-Willi, el síndrome de Cushing u otros trastornos. Mayo Clinic refiere incluso que problemas médicos, como la artritis, también pueden hacer disminuir la actividad física, lo que puede provocar el aumento de peso. Algunos medicamentos también se han asociado con este aumento cuando no se lleva un estilo de vida saludable.
La modalidad para atender pacientes se está transformando y ahora se trata de acompañar al paciente de una manera integral y no dirigirse únicamente a la comida o el peso sino trabajar en distintos aspectos de vida en la que se establezcan metas y propósitos.
El médico Victor Nolasco, Gerente Médico de Novo Nordisk CLAT habla de la necesidad de diversos tratamientos supervisados por un profesional de la salud, porque es el único que podrá indicar el plan adecuado dependiendo de la necesidad y antecedentes del paciente.
Así se incluye alimentación y ejercicio, entre otros tratamientos, pero podría ser necesario también atender factor psicológico, ya que la obesidad se asocia usualmente a problemas como depresión, ansiedad y otras afecciones. Por esto, se recomienda incluir dentro del tratamiento, la terapia y acompañamiento psicológico para ayudar a los pacientes a atender los aspectos emocionales durante el proceso.
Otro tema con el que se relaciona la obesidad es con el envejecimiento. En 2016 se presentó una investigación del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid, el Instituto del Hospital 12 de octubre y Universidad Europea en el que se plantea que el envejecimiento y la obesidad comparten características biológicas.
El envejecimiento creciente de nuestras sociedades va acompañado de una pandemia de obesidad y ciertos trastornos relacionados. “La disfunción progresiva del tejido adiposo blanco se reconoce cada vez más como un sello importante del proceso de envejecimiento, que a su vez contribuye a alteraciones metabólicas, daño multiorgánico y un estado proinflamatorio sistémico (‘inflamatorio’). Por otro lado, la obesidad, paradigma de la disfunción del tejido adiposo, comparte numerosas similitudes biológicas con el proceso normal de envejecimiento, como la inflamación crónica y las alteraciones multisistémicas”, se explica en la investigación.
En consecuencia, comprender la interacción entre el envejecimiento acelerado relacionado con la obesidad y la disfunción del tejido adiposo es fundamental para comprender mejor el proceso de envejecimiento en general, así como la fisiopatología de la obesidad y otras afecciones relacionadas.
La llegada del coronavirus
Desde el principio de la pandemia se estableció que no existe un alimento milagroso o sanador que evite el contagio de la pandemia, pero sí se ha motivado a la población a cuidarse en diferentes aspectos para fortalecer sus defensas y sin duda, una alimentación equilibrada y el ejercicio hacen eso por el organismo.
Lo cierto es que mantener un peso sano o enfocarse en mejorar podría hacer una gran diferencia en la salud, tanto en disminuir probabilidades de diferentes enfermedades crónicas como el punto que se desarrollen complicaciones cuando la persona sale positivo con covid-19.
Esto hace esencial que las personas se cuiden más que nunca y busquen establecer una ruta saludable, que incluye en síntesis comer lo más natural posible.
La obesidad es una enfermedad crónica asociada a incremento de la morbimortalidad en el mundo, y el impacto con la pandemia de covid-19 incluso la coloca entre los expertos como un nuevo reto sanitario. Las personas que viven con obesidad tienen el doble de probabilidades de ser hospitalizadas si la prueba es positiva para covid-19.
Una investigación de la Facultad de Medicina, Universidad Complutense, Madrid, España explica que en este año se tienen hallazgos que sugieren que algunos factores biológicos y sociales asociados con la obesidad confieren un mayor riesgo de infección por covid-19, de hospitalización y de mayor gravedad respecto a las personas con peso normal.
Evidentemente, el sobrepeso, la obesidad y dos de sus principales comorbilidades, la diabetes mellitus tipo 2, y la hipertensión son situaciones en las que las alteraciones metabólicas tienen un papel fundamental y que, junto con la edad, se han identificado como los factores de riesgo que con más probabilidad más están influenciando la evolución de la enfermedad.
En Guatemala y Centroamérica existe un riesgo de predisposición genética a la diabetes y frente a esto no es posible modificar, pero lo que sí es posible modificar es el estilo de vida que influye en su desarrollo y descontrol. Las estadísticas dicen que en Guatemala, la prevalencia de la enfermedad es 9 a 10 por ciento de adultos tienen diabetes tipo 2 y por cada caso conocido, uno o dos no se han diagnosticado, pero se encuentran en prediabetes, una etapa silenciosa.
La médico Iris Cazali, jefa de Infectología del Hospital Roosevelt explica que la obesidad es una enfermedad seria y crónica, y existe mayor riesgo para complicaciones si se llegaran a enfermar con covid-19 porque el exceso de grasa en general se asocia a un estado inflamatorio que podría incrementarse frente a la infección del virus. Esto les lleva a ser un grupo prioritario para vacunar, dice Cazali.
Estrategias contra la obesidad
Mayo Clinic explica que incluso una modesta pérdida de peso puede mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad. Los cambios en la dieta, un mayor nivel de actividad física y los cambios de conducta siempre son beneficiosos, así como otros tratamientos.
La OMS explica que el sobrepeso y la obesidad, así como las enfermedades no transmisibles vinculadas pueden prevenirse en su mayoría. Son fundamentales unos entornos y comunidades favorables que permitan influir en las elecciones de las personas, de modo que la opción más sencilla (la más accesible, disponible y asequible) sea la más saludable en materia de alimentos y actividad física periódica, y en consecuencia prevenir el sobrepeso y la obesidad.
Ahora bien, en el plano individual es importante aprender a seleccionar los alimentos de manera equilibrada. Si existe duda sobre la forma correcta es imprescindible acercarse a un especialista que oriente para organizar las cantidades y alimentos a consumir.
Una manera sencilla de considerar es el método del plato, dice el médico y profesor de Harvard Enrique Caballero. Cuando se come, se divide el plato en cuatro, dos partes tienen que dedicarse a ensaladas y vegetales, mientras que un cuarto es para carbohidratos como papa, tortilla, pan, arroz, plátano o maíz y el otro cuarto de proteínas, es decir carnes. Al finalizar podría comerse una fruta de postre.
Al hablar de las grasas debemos enfocarnos en las buenas como la del aguacate, semillas y aceite de oliva.
Siempre será favorable desarrollar una actividad física periódica, en general los jóvenes necesitan una hora diaria, mientras los adultos 150 minutos semanales.
Caballero ha sido parte de un estudio grande de prevención de diabetes en Estados Unidos donde se le ha dado seguimiento a más de 3 mil personas con diabetes en un seguimiento por 20 años, comparte que ahí se comprendió que las personas con prediabetes con solo bajar el 10 por ciento de su peso, disminuyen el riesgo de la enfermedad en un 58 por ciento. “Ni siquiera se trata de llegar a su peso ideal, sino con esta baja de peso ya hay cambios en su cuerpo”, comentó el médico.
Dormir bien será otro factor determinante para mantenerse sano.
No dormir lo suficiente o hacerlo en demasía puede provocar cambios hormonales que aumentan el apetito e influir en un desiquilibrio en el peso.