Más votantes, ¿equivale a más democracia?

Una vez celebrada la primera vuelta, que incluye la elección de corporaciones municipales, diputados distritales y por lista nacional, y diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen), la participación electoral tradicionalmente baja.

Las votaciones se llevaron a cabo el pasado 16 de junio. El TSE instaló 21 mil 098 juntas receptoras de votos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Las votaciones se llevaron a cabo el pasado 16 de junio. El TSE instaló 21 mil 098 juntas receptoras de votos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Más de cinco millones de personas ejercieron su voto en las pasadas elecciones. Los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE) apuntan a una participación del 62.16 por ciento de los empadronados en los comicios del 16 de junio pasado.

Pese a lo abrumador de las cifras, los registros electorales muestran un estancamiento en la participación electoral. Según los resultados oficiales de la primera vuelta del 2015, la participación llegó al 71.31 por ciento de los empadronados en esos comicios, mientras que cuatro años atrás, en el 2011, se alcanzó una participación ciudadana del 68.86 por ciento, siempre en primera vuelta.

Esta alta participación, sin embargo, no ha conducido a una mejora en la calidad de las instituciones democráticas ni a la confianza en el sistema de partidos políticos, destaca el politólogo, Ricardo Barreno, del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep).

La distribución de la participación se ha mantenido estable en los departamentos con mayor peso electoral: Guatemala (incluyendo el Distrito Central, la ciudad de Guatemala) se han mantenido a la cabeza según los registros del 2011, 2015 y resultados preliminares de la primera vuelta de los comicios del 2019. Huehuetenango, Alta Verapaz, San Marcos y Quiché cierran las cinco primeras posiciones en los dos procesos electorales pasados.

La caída en segunda vuelta

Una vez celebrada la primera vuelta, que incluye la elección de corporaciones municipales, diputados distritales y por lista nacional, y diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen) l participación electoral tradicionalmente baja. Barreno que esta tradicional caída es una constante en la era democrática y se encuentra relacionada con que ya se ha elegido a alcaldes y diputados distritales, dos de los cargos con los que la población tiene un mayor interés en su elección por su intervención inmediata en la gestión de recursos a nivel local.

En los comicios de 2011, según datos de la Memoria Electoral del TSE en ese año, la participación ciudadana bajó un 8.22 por ciento. Llegando a representar en segunda vuelta el 60.64 por ciento del total de empadronados. La disminución, sin embargo, varía significativamente de departamento en departamento.

Así, por ejemplo, Huehuetenango, representó la caída más brusca en participación en la segunda vuelta presidencial, con 17.07 por ciento menos de asistencia a las urnas. En esa segunda vuelta Otto Pérez Molina, del cancelado Partido Patriota (PP) enfrentó a Manuel Baldizón, del también cancelado partido Líder. En estos comicios una de las particularidades fue la ausencia de un candidato del partido oficial por la no inscripción de la entonces aspirante Sandra Torres, por una prohibición constitucional.

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En segunda vuelta, además, en contraste la disminución de asistencia a segunda vuelta en el departamento de Guatemala, fue de solo el 4.55 por ciento. Mientras que la disminución a nivel nacional fue de 8.22 por ciento.

Durante los comicios del 2015, por otra parte, se alcanzó una participación récord del 71.31 por ciento en primera vuelta, y una brusca caída de casi 15 puntos porcentuales en segunda vuelta, para alcanzar el 56.32 por ciento.

En las anteriores elecciones, nuevamente, el departamento de Huehuetenango representó la disminución más marcada en participación electoral. Esta vez cayendo en un 28.98 por ciento. Este importante distrito fue el segundo por número de empadronados, en esos comicios, y el segundo en total de participación en primera vuelta. En el balotaje que enfrentó a Jimmy Morales, de FCN-Nación y Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), este departamento cayó hasta la quinta posición en total de participación.

Los pasados comicios también marcaron una baja mayor en el sufragio en el departamento de Guatemala en conjunto (incluyendo Distrito Central y municipios) ya que la participación disminuyó en 6.77 por ciento. Mientras que en 2011 el departamento registro una caída de 4.55 por ciento.

Participación y el reto de mejorar la calidad democrática

La caída de alrededor de diez puntos porcentuales (9.15 por ciento) entre la participación en primera vuelta en los comicios de 2015 y los del pasado 11 de junio es significativa, apunta Barreno, porque en las condiciones de la crisis política del 2015, a raíz de los casos de corrupción que condujeron a la renuncia del presidente Otto Pérez Molina, la ciudadanía mantuvo una alta participación “a pesar de que el sistema político no atendía las necesidades de la ciudadanía y había una alta desconfianza en los partidos políticos”.

La ciudadanía aún así confiaba, en alguna medida en el proceso electoral y en las elecciones, “eso muestra que una crisis político, y 2015 es prueba de ello, no desincentiva la participación, pero también hay otros factores” señala el politólogo.

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Entre estos otros factores identificados por Barreno se encuentra el sistema clientelista a nivel local, encabezado por dirigentes locales, como alcaldes y diputados, que mantienen el control en sus territorios y que contribuyen a una alta participación local. “A nivel territorial incide porque el desafío de la democracia en Guatemala es dejar hablar de caudillos y comenzar a hablar de liderazgos. Pero justamente la constancia de participación en distritos, entre 2011 y 2015, como Guatemala, Huehuetenango, San Marcos y Alta Verapaz es porque el sistema de partidos políticos por un lado no vive más allá de los ciclos electorales”.

Ante la falta de democratización interna de los partidos, y la constancia de caudillos locales o redes familiares de dirigentes políticos, la participación se mantiene alta, en alguna medida señala Barreno, por las redes clientelares que movilizan al votante. “Los informes de cultura política, entre 2017 y 2018, muestras que a ocho de cada diez personas en Guatemala no les interesa la política, y que siete de cada diez nos simpatizan con ningún partido político” resalta Barreno.

Sin embargo, las necesidades estructurales, más sentidas como la falta de seguridad y de empleo se mantienen en los territorios, y en alguna medida los líderes locales logran paliar algunas de estas necesidades, sin resolver los problemas de fondo. “Si en el voto rural, en distritos importantes como Alta Verapaz y Quiché, se busca convencer al voto con programas sociales o paquetes de víveres. En el caso del departamento de Guatemala, como en otros centros urbanos, vemos que se instrumentaliza la administración pública, las redes de empleados para un uso electoral” señala el politólogo.

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Pese a los relativos altos índices de participación electoral, con todo y la disminución en los comicios del 2019, una alta asistencia a las urnas no refleja necesariamente una mejora en la calidad de la democracia. Para el caso de Guatemala representa la existencia de redes de interés con la capacidad de movilizar el voto, pese a una extendida falta de confianza del ciudadano en el sistema de partidos político. La UNE y Vamos enfrentan en la segunda vuelta de este proceso electoral el reto de motivar al votante en una ronda donde alcaldías y diputaciones ya fueron definidas.

“Lo que hace Sandra Torres, el día después de las elecciones, de reunirse con sus alcaldes reelectos es justo el movimiento que tenía que hacer. En 2015 recordemos que pese a ganar en número de alcaldías perdió en segunda vuelta, en esta ocasión no quiere que se repita el mismo escenario y apuesta a consolidar el apoyo local” señala Barreno. Por su parte el politólogo destaca que en el caso del presidenciable de Vamos, Alejando Giammattei, “la cintura municipal”, la capacidad para maniobrar con poderes locales está más limitada, ya que su agrupación solo gano 29 alcaldías, lo que lo obliga a buscar respaldo en otras agrupaciones políticas.

“Aunque el voto no se endosa, los liderazgos de alcaldes y diputados electos, y sus redes de relaciones locales son importantes para movilizar el voto en segunda vuelta, sobre todo porque históricamente hay una menor asistencia” resalta Barreno. La disputa por la presidencia pasará, en buena medida, por la lucha entre UNE y Vamos por motivar una mayor participación en sus áreas de mayor influencia. En el caso de la UNE en departamentos como Alta Verapaz, Huehuetenango, San Marcos y Quiché; y en el caso de Vamos en el departamento de Guatemala y sus centros urbanos.

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