Salud y Familia

Estrés y frustración hacen perder la cabeza a las personas que cometen incidentes

Frustración acumulada y mal manejo de emociones podrían haber sido las causas que llevaron a dos personas a perder la paciencia y cometer acciones alejadas del sentido común el miércoles y que tuvieron finales trágicos en Guatemala.

En el primer hecho, al menos 13 estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales fueron arrollados por un vehículo en la calzada San Juan y 33 avenida de la zona 7 capitalina mientras se manifestaban, y poco después, un agente de la Policía Municipal (PM) murió y otro resultó herido al ser atropellados por un picop en la zona 1.

Explicaciones

Los niveles de estrés han aumentado en la capital debido a la gran cantidad de vehículos que circulan y para la cual no estaba planificada, explica la psicóloga Ángela Reyes, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental.

“Las largas colas de vehículos que se forman a diario pueden hacer que uno pase en el tráfico varias horas, desde la casa hasta el trabajo o colegio, lo que provoca signos emocionales de enojo y frustración que derivan en este tipo de comportamientos violentos”, comenta.

Muchas personas creen que merecen que otros esperen y que los dejen pasar en su derecho de locomoción en una ciudad en la que hay que movilizarse cada vez más rápido, desde que los habitantes se levantan hasta que se acuestan. Esta situación puede hacer que la persona se vuelva impulsiva, compulsiva y violenta, refiere Reyes.

Algunas veces no es solo porque tuvieron un mal día, sino son emociones acumuladas tiempo atrás como consecuencia, por ejemplo, de frustraciones al no poder alcanzar metas en la vida familiar, económica o laboral.  

Esta inconformidad ante la vida les hace perder el rumbo y hace que les deje de importar lo que les pase a los demás, incluso, al punto de quitarle la vida a otra persona.

“El mal manejo de emociones lleva a tomar decisiones de manera impulsiva y a no distinguir si estoy enojado o eufórico. Esta condición ciega a la persona y no les permite poner atención en el camino”, agrega la psicóloga.

“Todas esas emociones nos anulan el sentido común y lógica que nos permiten decidir entre el bien y el mal, y dañamos por el simple hecho de desquitarnos con alguien por toda la tristeza, enojo y frustración que estamos sintiendo en ese momento”, dice.

Estas acciones conforman un círculo vicioso en el que se desvaloriza y se irrespeta cada vez más la vida en una sociedad donde no se ponen en práctica los valores, lo cual es preocupante y que podría ser peor si no se educa y se transmiten valores en la familia, concluye Reyes.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.