Migrantes

Hondureños y salvadoreños que huyen de su país estarán igual de vulnerables en Guatemala

Acuerdo firmado con EE. UU. es visto, no solo como un riesgo para los solicitantes de asilo, sino también como un retroceso en el proceso de integración centroamericana.

Vista de una de las caravanas de migrantes que el pasado 1 de marzo cruzó el río Suchiate. Miles de hondureños buscan llegar a EE. UU. en busca de refugio. (Foto Prensa Libre. Hemeroteca PL)

Vista de una de las caravanas de migrantes que el pasado 1 de marzo cruzó el río Suchiate. Miles de hondureños buscan llegar a EE. UU. en busca de refugio. (Foto Prensa Libre. Hemeroteca PL)

Incertidumbre y preocupación. Estos son los sentimientos que hay entre activistas de grupos promigrantes en El Salvador y Honduras luego del acuerdo migratorio que suscribieron el viernes pasado los gobiernos de Guatemala y EE. UU. que, consideran, dejará en mayor vulnerabilidad a sus connacionales que escapan de esos países agobiados por la violencia.

Y no es para menos. Las cifras de homicidios no varían mucho en estos tres países del Triángulo Norte de Centroamérica y según datos oficiales mientras en El Salvador, en los primeros meses de este año hubo más de mil 100 muertes violentas, en Honduras se registraron cerca de mil 800 y en Guatemala las autoridades reportaron en el primer semestre dos mil 330 decesos en hechos sangrientos.

Los tres países tienen en común que son asediados por las pandillas y el narcotráfico.

Los comentarios y críticas de los sectores sociales de Honduras y El Salvador van desde que los migrantes estarán igual de vulnerables en Guatemala, hasta lamentar que, con el tratado, Estados Unidos “corrió” su frontera hasta el país centroamericano ubicado más al norte.

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Más inseguridad

Sally Valladares, investigadora en temas de migración de Honduras, expuso que en ese país hay preocupación por el hecho de que, si movilizarse hacia Guatemala significará que quienes huyen tendrán la garantía de que sus perseguidores no irán tras ellos, y recordó que ambas naciones tienen historias similares en cuanto a violencia.

Por ese motivo, Valladares teme una “reducción de los estándares de protección” para los migrantes hondureños que hoy en día se movilizan en un número muy alto.

 

Dos hermanos salvadoreños que pasan las horas en la Casa del Migrante. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

“Esta claro que la presencia de las maras en nuestros países es algo preocupante y recordamos que nuestros países, la principal causa por la cual piden asilo es la violencia de las pandillas”, apuntó la analista.

Además, teme que exista una modificación en la práctica del acuerdo de libre movilidad CA-4, como consecuencias de “bajar la frontera sur de Estados Unidos hasta Guatemala”, así como mayores sentimientos de xenofobia de los guatemaltecos hacia los hondureños si estos se establecen en el país para esperar sus solicitudes de asilo.

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Será un encierro

Carlos Sierra, activista del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos de Honduras, lamentó la “prolongación de la frontera de EE. UU. ya no solo al sur de México, sino ahora a Guatemala”, y afirmó que con este acuerdo se convierte al país centroamericano en una “especie de encierro para las poblaciones que huyen de la violencia”.

Criticó la “hipocresía” de la comunidad internacional, por ejemplo, de las Naciones Unidas que por medio de su Agencia de Refugiados no se pronuncia, y coincidió en que Guatemala no tiene las condiciones de seguridad para garantizar la integridad de los demandantes de protección.

Cada año miles de hondureños salen de su país con la intención de llegar a EE. UU. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

“Muchas de las estructuras criminales de las cuales huyen los hondureños son transnacionales que están en Guatemala y El Salvador, por eso las personas buscan México y EE. UU. y al quedarse en Guatemala es muy posible que los criminales encuentren fácil y rápidamente a estas personas”, advirtió Sierra.

Laceran la integración centroamericana

En El Salvador, los temores son los mismos y la decepción por el acuerdo firmado entre el ministro de Gobernación de Guatemala, Enrique Degenhart, y el secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Kevin McAleenan, también pasa porque el tratado es considerado un acto que corona “el peor momento de la integración regional”.

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“Habíamos avanzado mucho en ponernos de acuerdo todos los países para hacer propuestas conjuntas en el tema migratorio, pero lamentablemente en los últimos dos años cada país ha negociado de manera individual con EE. UU. que se aprovechó de esa situación y empezó a proponer acuerdos bilaterales”, señaló Cesar Ríos, activista del Instituto Salvadoreño del Migrante, organización de la sociedad civil.

Ríos considera que EE. UU. ha puesto en práctica una política exterior de división hacia Centroamérica para romper los avances integracionistas que se habían logrado y a la hora de revisar los acuerdos se ve un escenario del “yunque y el martillo”, es decir, que a donde sea que se movilicen los migrantes van a caer en manos de autoridades que abordan el tema migratorio desde un punto de vista de seguridad y no de derechos humanos.

Una pareja de esposos salvadoreños venden dulces en el Centro Histórico para ganar dinero y continuar su viaje a EE. UU. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

Al igual que los activistas hondureños, Ríos también cuestionó la capacidad de Guatemala para proteger a los migrantes salvadoreños que buscan asilo y considera que la seguridad va a depender de las medidas que acompañen al acuerdo.

“Si no existen medidas de protección para la población que espere su solicitud de refugio y los dejan abandonados en Guatemala, van a quedar tan vulnerables como en su país de origen, porque este país sufre las mismas situaciones de persecución que El Salvador y Honduras”, alertó.

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¿Y los guatemaltecos?

Mientras tanto en Guatemala las dudas también siguen.

Juan José Hurtado, director de la Asociación Pop Noj, parte del Grupo Articulador de Sociedad Civil en Materia Migratoria, indicó que el acuerdo firmado debe leerse como una forma de desalentar la migración y no como una forma de apoyar a quienes huyen de sus países por violencia, porque la mayoría de los salvadoreños y hondureños saben que Guatemala no tiene condiciones adecuadas de seguridad, empleo y economía.

Añadió que a la fecha existe incertidumbre de qué pasará con los migrantes guatemaltecos que lleguen a EE. UU. y aseguró que pese a las medidas coercitivas el fenómeno no se detendrá hasta que no se aborden las causas que generan la huida de los ciudadanos de los países del Triángulo Norte.

Lo más probable, añadió, es que los migrantes arriesgarán más sus vidas al tratar de llegar a EE. UU. por rutas más peligrosas. “Este año ha habido una gran cantidad de fallecidos y lo que puede esperarse es eso, rutas más peligrosas y más muertos”, lamentó Hurtado.

Vista de una de las caravanas de migrantes que salió el año pasado de Honduras. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Guatemala tendrá problemas

Los analistas coinciden en que el país se enfrentará a un reto humanitario que podría derivar en una crisis si al final de cuentas los hondureños y salvadoreños deciden quedarse en Guatemala.

Valladares vaticinó que el Gobierno de Guatemala podría tener una “crisis” con la llegada de los solicitantes de asilo y refugio.

“Qué va a pasar en las zonas donde estos migrantes estén ubicados. Es una situación que se le viene encima a Guatemala muy delicada”, cuestionó la experta, a la vez de recordar que según las cifras oficiales reconocidas por la Comisión de Desplazamiento de Honduras, alrededor de 245 mil personas se han movilizado en ese país a causa de la violencia sobre todo en los años recientes.

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