Alfred Kaltschmitt
Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.
NOTAS DE Alfred Kaltschmitt
La maldición generacional nunca ha estado en la Constitución. Nunca jamás podría.
Las violaciones a los derechos humanos nunca salen a la palestra pública. Son parte de las huellas bajo la alfombra.
En esta coyuntura estamos en una encrucijada, pero ninguno de los dos caminos parecen ser viables.
La Convención de Viena, la soberanía, la separación de poderes, la tormenta perfecta.
No hay uno solo que tire la primera piedra sin estar libre de su propia falencia, su error, su pecado. No existe. Ni u no. Así lo señala la biblia, enfatizando con claridad que el hombre falla, que las estructuras que edifica son finitas, vulnerables y limitadas.
Con tantas sombras de crítica cubriendo de oscuridad al Congreso a diario, pocas luces penetran el ámbito mediático cuando logran trascender las cuitas politiqueras y aprueban leyes de especial interés e importancia. Este año varias leyes de impacto económico fueron aprobadas y merecen ser comunicadas a la ciudadanía para su beneficio. Por ejemplo: La aprobación de la “Ley de Factoraje o Descuento”, “la cual fomenta la inversión en el país. El decreto autoriza la emisión de préstamos con garantías sobre documentos que provengan de venta de plazos o bienes inmuebles, con ello los diputados dotan a pequeños y medianos empresarios de una herramienta que les permite acceso y liquidez monetaria”.
Cuando esta columna salga publicada hoy martes 27 de noviembre, se habrá dado uno de dos escenarios que escribí el domingo pasado sobre el resultado de la audiencia del exministro de Gobernación Carlos Vielmann.
Elecciones mudas, porque el 95 por ciento del tiempo, ¡oh democracia! los candidatos no pueden aparecer en ningún programa de radio, televisión, foro, debate, documental, video, etc, abordando temas que le incumben al demos —pueblo— porque al tenor de los vacíos de la actual revisada, modificada y desordenada Ley Electoral y de Partidos Políticos pueden ser descalificados por “campaña adelantada”. En su afán de evitar los excesos de los candidatos del pasado, las autoridades electorales botaron al bebé con todo y el agua, dejando un vacío peligroso, agazapado detrás de la “mentecilla” discrecional.
Donde dos o tres de ustedes estén reunidos, suban la antena y presten atención, porque “algo están tramando estos desgraciados”… —pareciera ser el rumor que deambula entre los corrillos y corredores de cabildeo políticos. Unos, negociando el presupuesto general de la Nación más alto de la historia; otros, confabulando para el caso el Infiernito; y otros, planificando las maniobras prelectoreras para eliminar competencia.