Vida

Justicia también para ellos

Rina: Mi esposa siempre me contó que sus padres tenían muchos problemas. Él era alcohólico y ella se metió tanto en la iglesia que los descuidaba. Entonces, como hija, tenía que atenderlo. Y esta historia vuelve a repetirse conmigo: ahora soy yo el que tiene serios problemas con mi esposa. Asiste casi a diario a la iglesia, despreocupándose en extremo del hogar y por supuesto de mi persona, que trabajo 10 horas diarias y que sólo ceno en casa.

Lo que más me ha dolido es que, solo por hacerla entrar en razón, le dije que iba a vender la casa y que cada quien tomara su camino. Ella opina que es más importante la iglesia que el matrimonio. Como no recibí una respuesta positiva y razonable, le envié un correo electrónico al pastor para que hablara con ella sobre la venta de la casa, y lo que hizo, fue darle copia del correo a mi esposa y de ahí entabló una demanda contra mí, por violencia intrafamiliar, llena de mentiras, asesorada por una abogada deshonesta.

Básicamente, lo que más me decepciona es que siendo yo un hombre responsable y hogareño me haya demandado por ser un mal esposo. Y duele que en los juzgados no se preocupen de verificar si lo que llegan a decir las mujeres es cierto. ¡Solo se dedican a acusar a todo hombre que es demandado! Rina, tengo tanto que decir que no sé cómo organizar mis ideas y transmitirlas para que usted entienda qué siento en mi corazón. Ahora, el juez me impide vender mi casa que yo construí solo, con mi trabajo. ¡Estoy decepcionado de la justicia!

Respuesta: Es posible que el extracto que he hecho de un larguísimo mensaje no llegue a describir a fondo el caso de un hombre que no merece ser tratado injustamente. Su reclamo, de que la justicia no investiga a fondo las denuncias de las mujeres, es aceptable, porque la balanza casi siempre se inclina del lado de la mujer, y no todos los hombres son maltratadores. De ahí, que el hombre muchas veces sea discriminado por la propia ley y sentenciado por falta de investigación responsable. Por lo tanto, ellos tienen todo el derecho de defenderse en los tribunales.

Respecto de esa dependencia en que ha caído su esposa, como herencia de su madre, tomando a la iglesia fanáticamente, es un caso de análisis. No desde una disciplina religiosa ni menos espiritual, sino como un desajuste adictivo. Nadie que busca una religión, que depende de Dios, debe de caer en esas fijaciones que alteran la personalidad. Y eso de descuidar sus deberes de esposa es insensato. Es un mal testimonio, y el pastor debe ser orientador y un verdadero guía espiritual.

A usted, amigo, le urge buscar asesoría legal, también busque el consejo de personas honestas, y, para no caer en una crisis emocional, busque grupos de terapia. No sé, pero a mí su relato sí me inspira confianza.